Después de un invierno muy bueno
para la práctica del esquí de travesía en Europa y aprovechando la forma física
alcanzada después de muchos miles de metros de desnivel, nada como alargar la
temporada hasta el mismísimo mes de agosto. Por caprichos de la naturaleza,
cuando el calor de nuestro verano nos quema las manos mientras escalamos las
moles de granito de nuestra querida Pedriza, el invierno austral tapiza de
hielo y nieve las montañas del Hemisferio Sur.
En la Región de los Lagos, en
Argentina, San Carlos de Bariloche es el centro neurálgico de una intensa
actividad turística en todas las épocas del año. En el mes de agosto,
equivalente al mes de febrero en el Hemisferio Norte, el negocio de la nieve
acapara gran parte de su actividad y podemos disfrutar de un segundo invierno
igual que si estuviéramos en Zermatt en las vacaciones de Semana Santa. Además,
los argentinos en general sienten gran aprecio por los españoles lo que hará
que nos sintamos como en casa.
Después de una semana esquiando
en el otro lado de los Andes, el Chileno, donde los volcanes, algunos
plenamente activos, han sido la gran atracción, tenemos por delante otra semana
en la que queremos hacer una travesía por algunos de los refugios míticos de
los Andes, esta vez en territorio argentino.
En el Club Andino Bariloche (CAB),
en pleno centro de la ciudad, unas calles por encima del centro cívico, nos
informarán encantados del estado de los refugios y podemos comprar un mapa a
escala 1:50.000 de la zona, mejorable pero es lo que hay hasta el momento.
Aunque en principio queríamos hacer la travesía que pasa sucesivamente por los
refugios Frey, Jakob-San Martín, Laguna Negra-Manfredo Segre y López, la
previsión del tiempo es buena sólo tres días y luego viene una borrasca
bastante seria. Aunque partimos con la idea de intentar en tres días una
travesía que normalmente en verano se hace en cuatro, al final la realidad se
impone y el recorrido se convirtió en un trazado circular que tampoco está nada
mal: de la estación de esquí de Cerro Catedral, una de las mejores de
Sudamérica, hasta el Refugio Frey, del Frey al Refugio Jakob-San Martín, y de
éste otra vez a Cerro Catedral.
En el CAB nos informan de que el
Frey está abierto y con guarda, igual que el Jakob, que por primer invierno
está abierto y guardado. Hasta el Refugio Laguna Negra no les consta que haya
ido nadie desde que empezó el invierno y además nos dicen que el recorrido no
es esquiable en buena parte y entra más en el alpinismo que en el esquí con lo
que habría que portear las tablas la mayor parte del trayecto. El Refugio López
es privado y no pertenece al CAB pero está abierto y queda ya muy cerca de la
carretera. En el CAB quedarán agradecidos si a la vuelta se les informa del
estado del recorrido y también nos pedirán que inscribamos la actividad para
llevar un control y por motivos de seguridad. Es probable que nos propongan vender
nuestro material de esquí a la vuelta porque al parecer en Argentina no es
fácil encontrar buenos equipos.
Con las cartas que hay, tres días
previstos de meteo normalucha y nieve en general muy dura en todos los valles
porque hace al menos quince días que no abundan las precipitaciones, salimos el
13 de agosto de 2010 del final de los remontes de Cerro Catedral con rumbo al
Refugio Frey. Vamos Manuel Elmiger, un joven suizo que hemos conocido en
Bariloche, Luis González, Luis Martínez y Pablo Parrón. Al final de la estación
las nubes lo cubren todo y el frio es muy intenso, siete grados bajo cero. Un
cartel anuncia el abandono de las pistas y nada más pasar a la otra vertiente
la montaña domesticada deja paso abruptamente a la montaña salvaje. La caída al
valle, una empinada y larga pendiente barrida por zonas de roca no tapadas por
la nieve que en otras condiciones sería una delicia de bajada, ahora es una
rampa de nieve dura y hielo que en caso de resbalón nos convertiría en
auténticos misiles. Después de unos minutos luchando para que los cantos de los
esquís muerdan bien a cada paso, la arista se presenta demasiado alpina y
tenemos que echarlos a la mochila y ponernos los crampones. Como la nieve no
cubre todas las rocas tenemos la suerte de ver algún punto rojo que nos indica
el buen camino. Tras otros veinte minutos caminando por la arista llegamos a un
collado que invita a pasar al otro lado, donde vemos un pináculo de roca muy
característico. Una buena bajada hacia el bosque del fondo del valle nos acerca
al camino de subida al Frey por el Arroyo Van Titter, que remonta el bosque
trazando zetas entre las ramas como mejor podamos. Al poco de salir del bosque
llegamos directos al Refugio Frey, enclavado al comienzo de la Laguna Tonchek,
ahora helada, en un paraje inmejorable.
En verano, senderistas y
escaladores abarrotan el refugio, pero en pleno invierno austral y pese a ser
fin de semana, cuatro italianos, siete bonaerenses y nosotros cuatro somos la
única compañía de Juanjo, guarda de invierno del refugio, entusiasmado con su
trabajo y siempre dispuesto a proponer al visitante mil actividades adecuadas a
su nivel. El entramado de bellas agujas graníticas que preside la Laguna
Tonchek contiene un conglomerado de corredores esquiables de todos los niveles
y para todos los gustos. Juanjo es también el guarda de verano del Refugio
Otto-Meiling, en la zona del Monte Tronador, y hoy deja sus tareas en manos de
Carolina, para disfrutar de un par de días de merecido descanso.
Como tenemos toda la tarde por
delante aprovechamos para descender una de las canales que nos ha propuesto
Juanjo y, ya de paso, trepar hasta la cima de una de las agujas que encontramos
a nuestro paso, con lo que terminamos una jornada bien completa en nuestro
primer día de travesía.
El 14 de agosto nos despertamos
con la luz de la mañana para comprobar que la niebla va a ser la tónica del
día. Afortunadamente, el fuerte viento que ha estado azotando toda la noche se
ha calmado pero el frío es muy intenso, no hay huella abierta hasta el Refugio
Jakob y en estas fechas muy pocos son los que inician este trayecto con lo que
la soledad está asegurada. Cuando el mapa y el GPS se convierten en elementos
indispensables para progresar todo indica que entramos en el terreno de la
aventura y partimos excitados foqueando por encima de la Laguna Tonchek, camino
de la Laguna Schmoll y hasta una pequeña llanura conocida como la Cancha de
Fútbol. Tras dudar más de quince minutos, desorientados por la niebla,
encontramos algún punto rojo del camino de verano que desciende hacia la
izquierda. Sin embargo, para bajar esquiando es preferible salir más a la
derecha por una amplias pendientes, ahora heladas y muy peligrosas, hasta el
Valle del Rucaco, que tenemos a nuestros pies. Volvemos a poner las pieles para
progresar por el centro del valle hasta un valle de lengas y, por último, la
fuerte pendiente que nos lleva al Paso Brecha Negra (2025 m.), desde el que las
vistas de las torres del Cerro Catedral es impresionante.
De no ser por la niebla, desde
este punto debería verse el Refugio Jakob, al fondo a la derecha, al comienzo
del valle, pero volvemos a dudar un rato y finalmente el GPS nos hace encontrar
el camino de bajada. Al principio descendemos con los esquís a la espalda, con
tendencia hacia la izquierda por rocas y nieve, hasta que la nieve vuelve a ser
continua y nos ponemos las tablas. Un descenso bastante empinado, por nieve
dura como el hielo, que nos adentra al final por una canal entre dos bandas
rocosas. Lo bajamos prácticamente derrapando hasta el comienzo de un bosque de
lengas que da paso a la Laguna Jakob, completamente helada, que atravesamos
directamente hasta el refugio.
Este es el primer invierno que el
Refugio Jakob (o San Martín), permanece guardado. El guarda, Maxi, nos hará la
estancia de lo más agradable y estará encantado con nuestra presencia, porque
de cómo marche la temporada dependerá que el refugio siga guardado en el
invierno de los años venideros. Además, una noche en la buena compañía de un
joven suizo que ha venido a estudiar Economía en Argentina, dos simpáticos
americanos de Colorado locos por la nieve, y tres españoles en busca del invierno
interminable, bien puede compensar las cinco semanas que Maxi se ha pasado solo
en el refugio sin ver un alma. También nos acompañan una amiga y un amigo de
Maxi que se han olido la fiesta y casualmente hoy mismo han tenido la feliz
idea de hacerle una visita. Ni que decir que pasamos una noche inolvidable, a
pesar del intenso frío que hace incluso dentro del refugio, y al día siguiente
nos vamos con la convicción de que algún día tendremos que volver por aquí.
Desde el Refugio Jakob nuestra
idea inicial era proseguir hasta el Refugio Italia (o Segre o Laguna Negra),
pero Maxi nos confirma lo que ya nos comentaron en el Club Andino en Bariloche,
que no se sabe de nadie que de momento haya hecho la travesía este invierno, y
que el terreno es muy alpino y poco favorable para esquiar. Además, las
noticias que llegan a Maxi por la radio retrasan la llegada de una fuerte
borrasca hasta mañana por la tarde, con lo que lo más prudente parece volver a
la estación de esquí de Cerro Catedral por la arista que sale de la Cancha de
Fútbol retrocediendo por un tramo del camino que hemos hecho hoy.
El 15 de agosto nos despertamos
tranquilamente y nos vestimos metidos en el saco. Maxi nos tiene preparado un
abundante desayuno a base de tostadas, cereales, leche en polvo e infusiones.
Sobre las diez salimos los cuatro mientras los dos americanos se quedan un día
más para hacer una excursión por la cercana Laguna de los Témpanos y los amigos
de Maxi se bajan andando hacia Bariloche por el camino del Arroyo Casa de Piedra.
Atravesamos el pequeño bosque de
lengas de ayer y comenzamos a foquear hacia el paso Brecha Negra, aunque a
mitad de la subida tenemos que ponernos los crampones porque la cosa se pone
bastante fina. Es temprano y la nieve está aún más dura que en la bajada de
ayer. Al llegar al paso las vistas de las agujas de la zona del Frey nos deja
con la boca abierta mientras nos calzamos los esquís. Al otro lado la nieve
está acumulada en vestisqueros y ofrece un aspecto inmejorable pero en el
primer giro me voy al suelo y en el siguiente otra vez. Después de un rato
desesperado con la tabla en la mano me doy cuenta de que el esquí se ha quedado
helado por la noche y un bloquecito de hielo impide el funcionamiento normal de
la fijación Dynafit, que no hace pinza y no agarra bien la bota. Si no es
porque Luis se acerca hacia mí con una navaja todavía estoy allí intentando
darle con algo al jodido bloque de hielo.
Una vez solucionada la
incidencia, el descenso por el Valle del Rucaco deviene un auténtico placer
hasta que toca volver a poner pieles para afrontar las palas que suben hacia la
Cancha de Fútbol. Enseguida tenemos que usar los crampones porque en esta
vertiente la nieve vuelve a estar durísima. En travesía hacia la izquierda
vamos ganándole terreno a la arista hasta que llegamos a ella. Ya sólo queda
seguirla unos cuarenta minutos hasta que lleguemos al centro de esquí. En este
punto nos encontramos con Juanjo, el guarda del Frey, que regresa al trabajo
después de su fin de semana de descanso. Un abrazo y un “hasta siempre” y nos
tiramos como locos por las pistas. Tenemos mil metros de desnivel en los que
hasta las pistas negras más bacheadas nos parecen mantequilla después de la que
traemos encima.
Desde la estación cogemos el
autobús a Bariloche, donde disfrutaremos de un asado argentino viendo la nevada
que esa noche cubrió toda la ciudad. La anunciada borrasca en plena actividad.
Los dos días siguientes aprovechamos para comprar los regalitos de rigor y
disfrutar de la cocina argentina, no sólo las carnes sino también las
deliciosas truchas del lago que preparan en muchas variantes. Para poner punto
y final a la borrachera de esquí que llevamos este año, con el invierno
prolongado hasta agosto, un último día esquiando en las pistas de Bariloche.
Cuando al día siguiente despegamos rumbo a Buenos Aires, escala para Madrid, no
ha desaparecido la silueta de los Andes de nuestros ojos y ya estamos maquinando
las próximas vacaciones de… ¿verano?
Datos prácticos:
San Carlos de Bariloche está
situado unos 1700 kilómetros al suroeste de Buenos Aires y poco más desde
Santiago de Chile. En avión son un par de horas y en autobús un día completo.
Enclavada a orillas del Lago
Nauhel Huapi, en el Parque Nacional del mismo nombre, la ciudad ofrece
actividades turísticas y en la naturaleza para todos los gustos. Senderismo,
escalada, piragüismo, parapente, esquí en todas sus versiones, alpinismo, la
variedad es inagotable. En precios y servicios es muy similar a cualquier
ciudad europea en todos los sentidos y el consumismo no tiene límite pero a
cambio el viajero disfrutará de una bonita ciudad, en un marco incomparable, en
la que seremos bien recibidos y podremos conocer gente de muuuchas partes.
Vamos, para quedarse una buena temporada.
Desde el aeropuerto al centro de
la ciudad la mejor opción es coger un transfer, furgonetas con capacidad para
unas diez personas, que cobran 18 pesos argentinos por pasajero. Nos llevará
hasta la misma puerta del hotel que hayamos escogido o incluso nos aconsejará
alguno. También hay un autobús urbano que hace el recorrido.
Para dormir, la oferta es amplia
en precios y calidades. Dos referencias con buen precio y muy aconsejables son
Hostel 41 Below,
y Hostel Las Moiras.
En el primero probablemente coincidamos con Verónica, muy amable y con quien
esperamos volver a coincidir, y el dueño, Peter, natural de Nueva Zelanda, es
probable que pueda informarnos sobre el estado de la nieve y buenos descensos.
Los dos están situados muy céntricos y cerca de las estaciones por las que pasa
el autobús que va a Cerro Catedral.
Dificultad: la travesía propuesta es un
recorrido fácil durante el verano austral que repiten multitud de senderistas,
aunque siempre hay que tener cuidado en la arista que lleva de la estación de
esquí hasta la Cancha de Fútbol pues es fácil que tenga hielo y nieve. Es
terreno de alta montaña. En el invierno austral la travesía es mucho más exigente
y requiere buena orientación porque es fácil que no veamos mucha gente. Sólo
unos pocos argentinos y turistas hacen hoy por hoy travesía frente a las miles
de personas que muchos días de la temporada atestan la estación del Cerro
Catedral. La suerte que tengamos con el estado de la nieve hará el resto
pudiendo encontrar empinadas pendientes con nieves de ensueño o nieves duras
que nos harán padecer si, como es el caso, no somos todavía unos virtuosos del
descenso.
Horarios: para la primera etapa (Cerro Catedral-Refugio
Frey), 3 horas, utilizando los remontes de la estación. Se puede completar el
día esquiando cualquiera de las canales que hay en el entorno del Frey en no
más de 2-3 horas. Para la segunda etapa (Refugio Frey-Refugio Jakob), 5,30
horas. Para la tercera etapa (Refugio Jakob-Cerro Catedral), 4,30 h. hasta el
comienzo de la estación, y otra hora, muy pausada, disfrutando la bajada por
las pistas.
Material: material de esquí, incluidos
arva, pala y sonda. Casco, piolet y crampones. Algo de comida, aunque en los
refugios también se puede comer (informarse previamente en el Club Andino
Bariloche). Los refugios no han alcanzado todavía el nivel de los hoteles que
hoy encontramos en Alpes y Pirineos, ni falta que les hace, mantienen el
ambiente de los refugios de montaña más auténticos. Encontraremos un ambiente
acogedor pero es más que recomendable llevarse un buen saco de plumas. Para
orientarse es necesario mapa y brújula. El GPS es un invento que no puede
faltar para ir mucho más seguros, sin emocionarnos.
Más información:
- Trekking y Alpinismo en los Andes, de Val Pitkethly y Kate Harper, págs. 50-52.
- Los Andes – Una guía para escaladores, de John Biggar, págs. 239 y siguientes.
- Guía de Argentina de Lonely Planet (para mí gusto, imprescindible).
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