A
finales de julio recibo un mensaje en el móvil de Luis Martínez proponiendo
intentar una de las grandes clásicas de los Picos de Europa, el Espolón de los
Franceses a Peña Vieja. No tardamos mucho en organizarnos y el 1 de agosto de
2008 salimos de Madrid, con destino a Fuente Dé, en Cantabria, Aquilino Ramírez,
Luis Martínez y Pablo Parrón con idea de intentar la vía del Espolón al día
siguiente, casi exactamente 41 años después de su primera ascensión, a cuenta
de la cordada gala formada por P. Forn y B. Trouvé, el 18 de agosto de 1967.
La
vía no supera el V+, y son pasos aislados, pero conlleva más de 1000 metros de
escalada en 800 metros de desnivel por terreno de alta montaña de roca caliza
muy inestable y exige en muchos tramos buena intuición para seguir su trazado,
resultando muy, muy perdedora. Si a esto le añadimos su orientación sureste,
que impide ver los cambios meteorológicos que se avecinan por el norte y el
oeste, y su ubicación en una cordillera cercana al mar, propensa a rápidos
cambios del tiempo y densas nieblas, queda claro que no debemos subestimar la
ruta, sin que tampoco tengamos porque infravalorar nuestras capacidades. No
ayuda el escaso emplazamiento de seguros fijos, en su mayoría viejos clavos y
algún friend y empotrador que han pasado a formar parte de la roca, poco
visibles en los puntos clave. No más de veinticinco o treinta clavos en toda la
vía, incluidas las reuniones, y algunos puentes de roca. Sin embargo, el cómodo
y rápido acceso desde el Teleférico de Fuente Dé (El Cable) y el sencillo
descenso y retorno al mismo desde la cima de Peña Vieja, siguen animando a
muchas cordadas a emprender una escalada en un ambiente de auténtica alta
montaña que con total seguridad resultará inolvidable.
El
2 de agosto nos levantamos tranquilamente a las 7,30 h. para desayunar sin
prisas y estar de los primeros en la cola que empieza a formarse ante las
taquillas del teleférico antes de que a las 9,00 h. salga la primera cabina que
salva en pocos minutos los setecientos metros de desnivel que nos separan de la
estación superior, donde hay un bar y algunas tiendas. Catorce euros la subida
y bajada, con un pequeño descuento para federados. Desde aquí se sigue la pista
que va hacia Espinama, por la que puede subir algún vehículo, dejamos a la
izquierda el camino señalizado hacia los Horcados Rojos y en una media hora
estaremos en las praderas de Áliva frente a la pared sureste de Peña Vieja. Hay
que seguir por la pista hasta casi tener a mano derecha el visible Chalet Real.
Más lejos también se divisa el Hotel-Refugio Odriozola.
Enseguida
estamos a pie de vía colocándonos arneses y cacharros. Luis empieza el primer
largo (III+) por terreno sencillo mientras Aquilino y yo seguimos preparándonos
y cerrando las dos pequeñas mochilas en las que llevamos casi dos litros de
agua por cabeza, los forros polares por si acaso, aunque hace un día perfecto,
un frontal y las zapatillas para el descenso, de modo que no haya que volver a
recoger nada porque la ruta de bajada no pasa por aquí. Luis monta reunión en
un puente de roca y rápidamente nos recupera.
El
segundo largo (IV) sale recto o bien por un resalte fácil pero difícil de
proteger a la derecha y luego hace una travesía hacia la izquierda hasta un
clavo que Luis refuerza para montar reunión. Tras superar los primeros metros
del largo vemos una instalación con una cinta blanca y Luis no duda en
alcanzarla pensando que es la reunión. Es un embarque y tiene que dejarse
descolgar unos diez metros desde lo que resultan ser dos espits con muy mal
aspecto para retomar el largo y comenzar la travesía hacia la izquierda. Lo
sabemos porque nos alcanza una pareja que hace cordada (no hay ninguna más en
toda la pared), y nos pasa como una exhalación. El chico conoce bien la vía y
nos advierte del “enmierde” en el que nos podemos meter haciendo caso de esa
falsa reunión. Van como una moto y enseguida desaparecen. Prácticamente no
volvemos a verlos y sólo oímos algunas caídas de rocas horas más tarde, cuando
deben estar subiendo la canal final por la que luego también nosotros seremos
los causantes de otros tantos inevitables pequeños desprendimientos.
Comienzo
del segundo largo (IV+). A la derecha el resalte difícil de proteger por el que también se puede subir |
El
tercer largo (IV) sigue en travesía hacia la izquierda hasta un pequeño
destrepe de un par de metros que nos lleva a la reunión, un solo clavo que
conviene reforzar, que se distingue gracias a una cinta naranja que lleva
anudada.
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Tercer largo (IV) y detalle de la tercera reunión. Así son la mayoría como lo que habrá que reforzarlas |
Por
un diedro evidente, que se puede abandonar por la izquierda para seguir el
terreno más fácil, sigue el cuarto largo (IV+) hasta una vira con algo de
hierba a nuestra derecha. Antes de la vira se monta reunión. Podemos apreciar
restos de espits antiguos que confirman que vamos por el buen camino.
El
quinto largo (II+) continua por la vira, en la que encontramos un clavo que
nuevamente confirma que vamos bien, como ya se dijo se trata de una vía muy
perdedora y no vamos totalmente seguros, hasta una buena repisa con dos clavos
justo en el filo del espolón.
Aquí
Luis me pasa el relevo y empiezo el sexto largo (IV+) por terreno más definido
y mejor roca, sin dejar de ser algo inestable, siempre por el filo del espolón
y en caso de duda por la izquierda casi hasta tope de cuerda. La reunión se monta
con friends y empotradores.
El
séptimo largo (V) supera por la izquierda un desplome y tras varios metros
optamos por una especie de diedro chimenea también a la izquierda y algo más
estrecho que el que dejamos por el lado derecho. Un empotrador que debe llevar
en el mismo sitio mucho tiempo señala el camino hasta la salida del diedro en
la que entre bloques se monta la reunión.
El
octavo largo (V+) vuelve a superar un desplome por la izquierda en el que nos
subimos para chapar un gran clavo con anilla. Enseguida se ven dos clavos que
protegen los metros más difíciles de la vía, un corto paso vertical de V+ con
buenos agarres y que además puede protegerse mejor con un friend pequeño. Luego
una sucesión de bloques fáciles justo por el filo del espolón hasta casi agotar
cuerda y montar reunión.
En
el noveno largo (IV+) Aquilino empieza sus largos de primero. Se sale
nuevamente por la izquierda del espolón hacia un clavo bien visible con un
cordino. Más arriba por unos tubos de órgano o a su derecha, más fácil, hasta
una repisa donde se monta reunión.
Un
clavo nuevecito y reluciente a la derecha del espolón indica la dirección del
décimo largo (V+) y deja a la izquierda un primer gendarme hasta el comienzo de
una bavaresa bien clavada, con material también nuevo, que podremos proteger
aún mejor con algún friend. Tras la bavaresa se monta reunión en dos clavos
bien visibles, uno con argolla.
El
undécimo largo (V) resulta ser especialmente perdedor y obliga a Aquilino a
funcionar como un auténtico sabueso para llegar a la siguiente reunión. Desde
algo más de las diez de la mañana llevamos ya en la vía unas cinco horas. La
salida parece clara por terreno fácil hacia una brecha a la derecha. Una caída
vertical por el otro lado deja claro que el largo sigue por la izquierda
atravesando una placa –la placa de los veinte metros- pero la imposibilidad de
protegerla bien y la total ausencia de clavos no invitan a embarcarse en la
aventura. A pesar de ello, Aquilino se mete en la placa y no tarda en llegar a
un clavo que resulta imposible ver desde abajo, un alivio pues indica
nuevamente el camino y aligera la exposición. Algún otro clavo y se llega otra
vez al filo del espolón con dos clavos para la reunión.
El
duodécimo largo (II-III) transcurre por terreno tumbado hasta dos gendarmes.
Antes de atravesarlos se monta reunión.
El
decimotercer largo (IV), último encordados, atraviesa los dos gendarmes por la
derecha por terreno también tumbado hasta un diedro muy abierto de unos 3 o 4
metros que supone la última dificultad de la vía. Deja en un collado en el que
nos desencordamos, lo que no significa que la escalada haya terminado. Hasta
aquí llevamos siete horas escalando. Enfrente tenemos la Pared Roja por la que
surca una vía de tres largos (6c o artificial, 6a, 6a), por si a alguien le
quedan ganas de marcha.
Desde
este punto aún nos quedan entre una y dos horas hasta la cima por terreno
delicado, algo con lo que no habíamos contado. Bien podría decirse que empieza
la segunda parte de la escalada.
Si
la niebla no lo impide, justo desde el collado en dirección norte aparece una
clara canal de unos doscientos metros (II-III). Al final de la canal, giro a la
izquierda, ya por la arista y a partir de ahora por el terreno más evidente,
aunque nunca lo es, no deberíamos superar dificultades superiores a III+.
Aunque hasta en tres puntos, si no se ve claro, puede preferirse hacer tres
pequeños rápeles, siempre pueden destreparse o evitarse sin superar dicha
dificultad. El primero de los rápeles está montado con un maillón pero los
anclajes mejor ni mirarlos y se destrepa perfectamente de cara a la pared.
Seguir unos veinte metros hacia la derecha y remontar con precaución por
terreno fácil. Un clavo visible puede despistar. No hacer ni caso,
probablemente es resultado de un embarque.
Terreno delicado pasado el primer posible rapel |
El siguiente punto en el que podemos ver alguna cinta desde la que previamente alguien habrá rapelado también se puede evitar siguiendo por la arista salvando las dificultades por la derecha. Aquí sacamos una cuerda para asegurar mínimamente la travesía. Luego no resulta ser difícil pero es expuestilla y si no se conoce previamente como que parece más prudente. La estampa de la parte más agreste de Picos es impresionante. Casi con la vista podemos trazar las vías de la sur del Naranjo. Las nubes pasan a baja altura a toda velocidad sobre nuestras cabezas. Un ambientazo de alta montaña para echarse a llorar de felicidad y ya cansados a punto de acabar una escalada soñada. No podemos pedir más. Bueno sí, mejor roca y una escalada menos perdedora y más definida. Con la paliza que llevamos no parece que vayamos a volver en un futuro cercano. Una nueva trepada y por fin el buzón de la cima de Peña Vieja (2.619 m.). Son las siete de la tarde con lo que hemos tardado en total 9 horas y queda la bajada.
La cara Sur del Naranjo, claramente visible al fondo |
Cima de Peña Vieja (2.619 m.) |
Por
fin los pies respiran cuando nos quitamos los pies de gato y calzamos las
zapatillas, tiramos las correspondientes fotos, tomamos una barrita recogemos
rápidamente los bártulos y salimos corriendo como locos para ver si llegamos al
último teleférico para bajar a Fuente Dé, a las 20,00 h. Después de correr un
buen trecho reconocemos la realidad y por mucho que lo intentemos nos van a
faltar 20 minutos para llegar al Cable, así que nos vamos mentalizando de que
habrá que bajar a pie la empinada Canal de la Jenguda. El camino desde la cima
baja por la vía normal hacia el norte, hasta el Collado de la Canalona y el
camino de los Horcados Rojos, que al final se convierte en pista y se une con
la que seguimos por la mañana en el camino de ida, ya muy cerca del teleférico.
Con los últimos rayos de luz, casi a las 22,00 h. llegamos derrotados pero muy
satisfechos al refugio del camping. Una ducha rápida y no tardamos mucho en
empezar a charlar sobre nuevas actividades. Que si el Swam este invierno
empalmándolo con la Norte del Perdido, ¿y qué tal el Tozal?, ¡oye, y qué pasa
con el Taillón!, o ponernos en serio con las tablas… Al final alguna siempre se
materializa.
Datos prácticos:
Cómo ir:
Para llegar a Fuente-Dé desde Madrid la ruta más corta va por la A1 hasta
Burgos, donde nos desviamos hacia Santander-Aguilar de Campóo y luego hacia Cervera
de Pisuerga, Potes, Espinama y Fuente-Dé (unas cinco horas, 424 kms.).
Horarios:
la aproximación desde la estación superior del Cable no lleva más de 30 o 40
minutos. Para la vía, hasta el collado de la Pared Roja, prever unas 5 horas,
que se pueden alargar fácilmente. Desde el collado hasta la cima todavía quedan
entre 1 y 2 horas. El descenso hasta el Cable lleva aproximadamente 1 h. 15’, y
otro tanto si tenemos que bajar a pie por la Canal de la Jenguda.
Dificultad:
III+, IV, IV, IV+, II+, IV+, V, V+, IV+, V+, V, II-III, IV. Más la canal final
(II-III) y el tramo de arista hasta la cima (III+ máximo) y hasta tres posibles
rápeles, ninguno imprescindible. No infravalorar la vía por su grado aceptable,
es muy larga y propensa a los embarques.
Material:
un juego de fisureros y otro de friends, aunque no se usen muchos si se va bien
en este terreno y grados hay que contar con los que serán necesarios para las
reuniones, cintas largas, cuerdas de sesenta metros y casco (que yo no me
quitaría ni un segundo para airear la cabeza, por si acaso). Llevar agua
suficiente y cargar con botas o zapatillas fuertes para el descenso.
Más información:
- 100 Clásicas de España, de Alfredo Merino y José Luis Rubayo. Publicado por Desnivel Ediciones. Págs. 47-50.
- Cordillera Cantábrica. Escaladas selectas en roca, de Miguel Angel Adrados. Editada por Adrados Ediciones. Págs. 96-99.
- Desnivel nº 212, pág. 97.