Los Mallos de
Riglos forman un conjunto de torres de conglomerado con paredes en su mayor
parte verticales y extraplomadas, poco aconsejables para iniciarse en el mundo
vertical pero muy satisfactorias para los que ya hayan decidido que escalar
definitivamente les gusta.
La sensación
inicial de que cualquiera de los miles de bolos incrustados en las paredes se
nos pueden venir abajo nada más tocarlos desaparece rápidamente en las vías más
concurridas y, en consecuencia, más saneadas, y enseguida se le coge el gusto a
las numerosas panzas que tendremos que superar para alcanzar tan exquisitas
cimas.
El Espolón del
Adamelo es probablemente la ruta más repetida en los mallos grandes por su
dificultad asequible. No obstante, no conviene subestimar la dificultad en una
vía de trescientos metros, con numerosos pasos de quinto duros y un descenso
delicado que exige una buena dosis de rapels bastante espectaculares. Abierta
en 1965 por Ursi Abajo y J. Ibarzo, la vía nos permite alcanzar la cima del
Mallo Pisón y tener una panorámica del pueblo de Riglos a vista de pájaro.
Es sábado 25 de
septiembre de 2010, el primer cumpleaños de mi sobrinita Noa, y salgo dispuesto
a dedicarle esta cima con todo mi cariño. Formamos dos cordadas, Luis González
con Miriam López y Elisa Barrasa, y Pablo Parrón y Virginia López. Empezamos el
primer largo (V, 40 m.) unos metros a la izquierda de la base del espolón. Un
cordino rojo a unos cinco metros del suelo parece colocado para indicar la
entrada a la vía más repetida de Riglos. Largo vertical representativo de la
tónica general de la escalada de la zona, con infinidad de presas para ensayar
todo tipo de posturas. En una terraza encontramos dos parabolts gigantes con
argollas para montar la reunión.
Una chapa a unos
dos metros de la reunión nos lleva a la primera panza del segundo largo (V+, 15
m.). Esta “panza del cansao” (V) nos entretendrá un poquito pero se supera bien
y da paso a la “panza del pijo” (V+), un poquito a la izquierda, que se supera
siguiendo la línea de chapas. Aunque parece que nadie se atreve a tocar la
graduación clásica, en la mayoría de las escuelas no habría ningún reparo en
graduar el paso de 6a+, vamos que es el V+ más duro que he encontrado hasta la
fecha… Tanteando un poco con la mano izquierda encontraremos un pequeño hoyito
por encima de la panza y si conseguimos llegar a un saliente bastante por
encima de la panza con la mano derecha, saldremos airosos (cuanto más altos
seamos más sencillo), aunque también con una cinta en el parabolt el paso se
puede dar fácilmente en artificial. Tres metros por encima está la reunión.
Ambiente vertical y buen patio asegurados.
El tercer largo
(IV, 30m.) sale unos metros hacia la derecha
y sigue por un muro hasta otra repisa en la que está la reunión. Este
largo puede unirse perfectamente con el largo segundo.
El cuarto largo
(V, 25 m.) atraviesa nada más empezar otra panza, la “panza del cabrón”, otro
quintazo de esos de Riglos. Es entretenido pero tiene buenos agarres y puede
acerarse en caso de que se nos ponga tonto. Luego sigue hacia la derecha y
recto por un muro que va presentando la roca cada vez más descompuesta, pasa
por un arbolito y se llega a la reunión.
El quinto largo
(IV+, 40 m.) va por el filo del espolón y en la parte superior se mete en la
canal de la derecha, por terreno descompuesto en el que hay que prestar mucha
atención para no tirar piedras. Los parabolts alejan y podremos contemplar un
arcaico clavo con argolla, una auténtica reliquia. Por encima del clavo, poco
antes de llegar a la reunión está el paso más delicado del largo.
El sexto largo
(IV+, 20 m.) asciende recto hasta una oquedad en la pared en la que se hace una
travesía hacia la derecha de unos tres metros (parabolt y un clavo) y se sigue
recto hasta que la pared pierde inclinación. Aquí termina el espolón y podemos
rapelar a la canal de la derecha (instalación montada) si damos por terminada
la ascensión. En todo caso vale la pena hacer otro largo (III) por terreno
fácil de unos 30 metros, que se puede hacer en ensamble con precaución hasta el
collado, donde hay otra instalación de rapel y la vista del Mallo Fire es
magnífica.
Desde el collado
podemos continuar la escalada por la vía normal del Pisón para hacer cumbre,
entre dos y tres largos de V/V+. El octavo largo (V, 30 m.) empieza por unos
nichos en los que aseguramos con un parabolt un paso bastante rarito (V) que
nos echa hacia afuera. También veremos un clavo de “P”. No seguir una línea de
parabolts que sale recto y corresponde a otra vía. Con clara tendencia hacia la
izquierda seguimos los parabolts hasta unos resaltes fáciles de unos metros que
llevan a una repisa. Aunque veremos una reunión, corresponde a otra vía y
tenemos que atravesar la repisa hacia la izquierda bastantes metros, unos diez
o quince, hasta otra reunión con tres parabolts, dos de ellos con argolla, y
dos espits antiguos.
El noveno largo
(V, 20 m.) lo empalmamos con el décimo (V+, 30 m.). De la reunión se sale por
una panza muy vertical con buenos agarres (V), y luego se sigue ligeramente
hacia la izquierda hasta otra panza, “panza de la p”, más difícil (V+ duro),
que se puede hacer en artificial. Por encima de la panza seguimos rectos hasta
encontrar la reunión, un poco a la derecha, o, si no la vemos, hasta un árbol
casi en la cima. La reunión está montada con dos parabolts con argolla a la
izquierda de dos antiguos clavos de “p”.
Un gran mojón de
conglomerado en el centro de la pequeña llanura que forma la cima del Pisón
marca el punto más elevado.
Descenso: indispensable una buena foto
antes de comenzar la larga sucesión de rapeles que nos espera hasta el suelo.
Es una lástima que el fuerte viento fresco del otoño no nos deje quedarnos más
tiempo y descendemos unos metros dirección noreste por un caminito hasta
encontrar el primer rapel, que con cuerdas de 60 metros nos lleva directamente
hasta el collado. Desde el collado otro rapel de unos treinta metros nos lleva
a un jardín que seguimos por una sirga hasta la siguiente instalación. Otro
rápel de unos treinta metros hasta una plataforma desde la que sale otra sirga
que podemos seguir asegurándonos con un cabo de anclaje o bien montar otro
rapel porque tiene un tramo bastante empinado. Un rapel volado de otros treinta
metros nos deja en la repisa de los “Volaos” por la que andamos unos metros
hasta llegar al último rapel. Aunque este último tramo se puede dividir en dos
rapeles, con cuerdas de sesenta llegamos hasta el suelo en un rapel volado no
apto para cardiacos, espectacular.
Datos prácticos:
Acceso: desde Huesca hay que dirigirse
por la N-240 hacia Ayerbe y tomar un desvío señalizado a la derecha antes de
llegar a Murillo de Gállego hasta el pueblo de Riglos. La pared está justo
enfrente del pueblo y el acceso al pie de vía es evidente. No nos llevará más
que unos pocos minutos.
Dificultad: V, V+, IV, V, IV+, IV+, III, V,
V+. La escalada en Riglos requiere adaptación para acostumbrarse al
conglomerado, la verticalidad y las numerosas panzas que surcan las paredes.
Los pasos de quinto son en general bastante duros y en la mayoría de las
escuelas se catalogarían como sextos. No obstante, toda la ruta esta en general
muy bien asegurada y todos los pasos clave se pueden hacer en artificial o en
libre bien protegidos siempre que el segundo de cordada esté bien atento para
no picar suelo en las panzas.
Longitud: 300 metros (algo más de 200
metros si sólo escalamos hasta el collado).
Horarios: Entre cuatro y seis horas
hasta la cima del Pisón y fácilmente otras dos para el descenso. En total
calcular entre seis y nueve horas, aunque habrá quien lo haga bastante más
rápido.
Material: está todo bien equipado con
parabolts y bastará con unas doce cintas express, alguna larga. Por si se nos
atraganta algún paso no está de más alguna cinta plana para montar un pedal o
directamente un estribo.
Más información:
- Desnivel nº 167, pág. 124,
noviembre 2000. La clásica: Espolón del Adamelo.