Ayer estuvimos
haciendo alpinismo en el Corredor de La Fourche para subir al Petit Pic del Midi d’Ossau
pero el tiempo empeora para mañana y alguien sugiere bajar a Riglos “que nos
coge de camino” y ver cómo amanece… Al final la actividad democráticamente
elegida, por mayoría simple…, es la Mosquitos al Mallo de La Visera, una vía que va a
poner a prueba nuestros brazos, más acostumbrados a las “suaves” placas
graníticas de La Pedriza,
y nuestra cabeza, poco habituada a los infernales desplomes y vacios propios de
estas alucinantes formaciones de conglomerado que son los Mallos de Riglos.
El vivac en el
parking del pueblo con los mallos iluminados como telón de fondo para coger
sueño, repara dulcemente el cansancio de la jornada, hasta el punto de que
retozamos casi diez horas en los sacos, sin marcarnos horarios ni madrugones
innecesarios. Tomamos el cafetito mañanero entre el bullicio de escaladores que
pululan por el pueblo creando un ambiente muy agradable y con el arnés a la
cintura nos acercamos a La
Visera en un breve paseo de 15 minutos. A cada metro que nos
acercamos flipamos con el inmenso desplome que forma la pared, un auténtico
trampolín al vacio que acongoja al más pintado.
Formamos cordada
Fernando Blas, Jesús Igualada y Pablo Parrón. Me toca el primer largo (V+) que
comienza unos metros a la izquierda del diedro-fisura que hay en el centro de
la pared. Tras unas panzas iniciales que se pueden sortear por la izquierda se
llega al primer parabolt, de color blanco, como los del resto de la vía. Son
unos diez metros hasta que alcanzamos el diedro, por el que se continúa hasta una
zona descompuesta de arenilla con bloques poco estables que aconseja ser
evitada por la izquierda, Por encima está la reunión, montada, como todas las
demás, con tres o cuatro parabolts con alguna argolla. Como es habitual en
Riglos, muy vertical desde el principio.
El segundo largo
(6a) sigue por el diedro, si cabe aún más vertical, hasta que las chapas
blancas lo abandonan hacia la derecha (pasos delicados) y nos llevan a la
siguiente reunión. La dificultad del largo es en general V+ muy mantenido. Con
los seguros bien colocados donde hace falta aunque alejen lo bastante para no
descartar la colocación de algún friend o fisurero.
El tercer largo
(IV+) es evidente y remonta unos metros hasta una reunión que puede chaparse
con una cinta larga para que la cuerda no roce en los metros de travesía que
hay que hacer hacia la derecha (II+, muy aéreo) hasta otra reunión, común con
la vía Zulú Demente.
El cuarto largo
(V+) sube por el diedro-fisura que sale a la derecha de la reunión y es también
muy vertical, con un patio considerable y con el grado muy mantenido. El
ambiente es bestial.
El quinto largo
(6a) hace la famosa travesía que lleva al trono, un bloque de buenas
dimensiones que sobresale de la pared y es visible desde el mismo pueblo de
Riglos, un auténtico balcón sin barandilla no apto para cardíacos. Es uno de
los largos más famosos de la geografía nacional y lo tiene bien merecido, la travesía
final hasta el trono con un vacio de doscientos metros a plomo bajo los pies y
el extraño paso de entrada al mismo probablemente tengan mucho que ver. El
largo comienza en vertical y alcanza una fisura con buenos agarres y
normalmente plagada de magnesio hasta que empieza a girar a la derecha para
hacer la travesía, normalmente también con los bolos plagados de magnesio. El
vacio es imponente y los agarres para manos abundantes pero los brazos van
cargándose y cuando llego a la entrada del trono no veo el paso, miro la
distancia a la última chapa, unos dos metros, y retrocedo hasta ella. Vuelvo a
intentarlo pero otra vez no veo el paso y retrocedo, creo que el vacio está
pudiendo conmigo y con la tontería ya tengo los brazos para pocas bromas así
que mal coloco un friend pequeño en un agujero para reducir la caída si a la
tercera no logro subir al trono (está claro que no es lo mío, que a mí me vale
con una silla que ni soy noble ni lo quiero ser). Y al final, a la tercera…
pues va a ser que no y me voy para abajo sin mayores consecuencias que tener
que remontar unos cuantos metros difíciles hasta el seguro del que quedo
colgado y llamar al compañero para que venga a ver si puede subir al dichoso
trono.
Al final lo
resolvemos (se puede subir en oposición con la espalda en el trono entrando
sentado, o subiendo hacia arriba y entrando de pie) y Fernando empieza el sexto
largo (6b), después de decidir no dar por acabada la vía en este punto
utilizando el posible escape que hay desde el trono. Si se quiere finalizar la
escalada se puede utilizar un rapel montado a la derecha del trono que en unos
diez metros nos lleva a una repisa por la que se puede acceder a la canal de
bajada. Los primeros metros del largo son duros (6a+) y siguen la línea de
chapas con tendencia hacia la izquierda, separadas lo bastante para que no se
puedan acerar todos los pasos. Antes de perder de vista al compañero en la
reunión se llega al paso de 6b, que se puede acerar, no sin esfuerzo. Quedan
unos metros con otro paso duro justo antes de alcanzar la reunión, en un
pequeño nicho. Reunión con un patio insuperable.
El séptimo largo
(6a) supera una panza inicial y otras cuantas por encima, con tendencia hacia
la derecha. Aunque la dificultad media sea V+, con el cansancio acumulado en
este punto todo me parece imposible y acero todo lo que puedo a pesar de subir
de segundo con Jesús porque también ha sido Fernando el maestro de obra en este
último largo difícil.
Queda un largo
de trámite muy sencillo con una chapa para indicar el camino hasta el fin de
las dificultades en un parabolt con anilla y la inscripción SOS, que marca el
final de la vía. Lo hacemos ya desencordados y nos acercamos a la cumbre de La Visera para contemplar el
imponente vacío que domina en el reino de los mallos.
Descenso: no es necesario hacer ningún
rapel porque de La Visera
se desciende andando por su derecha. Hay que seguir un camino a ratos poco
marcado pero con hitos que bajan por el lado este del mallo hasta que se
convierte en sendero y nos lleva al pueblo en 30 minutos.
Datos prácticos:
Acceso: desde Huesca hay que dirigirse
por la N-240
hacia Ayerbe y tomar un desvío señalizado a la derecha antes de llegar a
Murillo de Gállego hasta el pueblo de Riglos. La pared está justo enfrente del pueblo
y el acceso al pie de vía es evidente en unos 15 minutos.
Dificultad: V+, 6a, IV+, V+, 6a, 6b
(6a+/A0), 6a. Aunque sea la vía más fácil que se adentra en el centro de La Visera, no puede esperarse
que de ningún modo sea sencillo surcar tan bestial desplome. Los largos son
mantenidos, atléticos, verticales y muy vistosos, contando con uno de los más
famosos de la geografía nacional, la travesía que lleva al trono en el quinto
largo
Longitud: 250 metros. La mayoría
de los largos oscila entre 35 y 40 metros.
Horarios: entre 4 y 6 horas, incluido
el descenso andando de unos 30 minutos.
Material: la vía está equipada con
parabolts con chapas blancas y bastaría con 13 cintas exprés pero conviene
llevar friends y fisureros porque alejan. Cuerdas de 60 metros y casco.
Más información:
- 100 Clásicas de España. Escaladas imprescindibles, de Alfredo Merino y José Luis Rubayo.
Desnivel Ediciones. Págs.151-153.