Un fin de semana
escalando en Euskadi siempre resulta apetecible, y más si nos espera una vía
larga y bien equipada, en la que los decanos del quinto grado podemos forzar un
poquito sin riesgo a pegarnos un morrazo de película.
La vía Xavier
fue abierta por Iñaki Lerma y Txema Fernández de Landa en el año 2000 y, aunque
no es muy mantenida, tiene cinco largos que bien merecen la pena, por bonitos,
disfrutones y bien asegurados.
Salimos de
Madrid el 9 de julio de 2010 hacia Egino, y en unas cinco horas llegamos ya de
noche a Opakua. Subimos el puerto al que nos lleva la carretera A-2128, que
continua hasta Lizarra/Estella y paramos en los prados que encontramos en el
aparcamiento de Iturritxos, a la derecha de la carretera. Con temperatura
perfecta para dormir al aire libre, pasamos una noche estupenda bajo un cielo
oscuro iluminado por miles de estrellas.
Cuando el sol
nos despierta, cogemos sin prisas el coche para acercarnos a Egino, donde están
de fiestas y algún paisano prepara la plaza para la juerga que se va a montar
por la noche. Desde el último caserón del pueblo pasamos una barrera y seguimos
por la pista que en 15 minutos nos lleva a la pared. El comienzo de la vía se
identifica al lado del primer árbol grande, con un tronco de diámetro
considerable, que encontramos hacia la izquierda al final de la pista, unos
metros por encima de unos comederos metálicos para el ganado.
Unas letras
emborronadas en la roca y el primer parabolt a pocos metros del suelo marcan el
comienzo del primer largo (V). Aunque al principio hay mucha vegetación, la
línea de parabolts transcurre por zonas de roca con buenos buzones para las
manos, preludio del resto de la ruta. Formamos cordada, Miriam López, Luis
Martínez y Pablo Parrón. Luis empieza la escalada y no tarda en llegar a la
reunión. Las reuniones están todas equipadas con parabolts con anillas.
Sigo yo por el
segundo largo (V+), con la misma tónica que el anterior y algún pasito más
delicado, siempre perfectamente asegurado, ganando altura hasta ir teniendo a
vista de pájaro el pequeño pueblo de Egino.
El calor aprieta
de lo lindo desde hace un rato y al final se va a convertir en un pesado
compañero que nos hará sudar la gota gorda el resto de la vía. El tercer largo
(II) recorre una pequeña arista con algo de patio hacia ambos lados. Un
parabolt a la mitad protege el paso, aunque es muy sencillo. Seguro que tiramos
una buena fotografía.
El cuarto largo
(V+), es un largo muro con buenos agarres, y un par de pasos de V+ de los de
disfrutar. Todo también perfectamente asegurado con parabolts. Nos llevará un
ratito porque son unos cuarenta y cinco metros. A continuación, saliendo hacia
la izquierda, tenemos un largo de trepada (II) que nos lleva por una pedrera
hasta la siguiente reunión, al pie de un diedro muy bonito y bien protegido con
parabolts. La distancia es la justa para que la duda entre seguir con los
incómodos pies de gato o ponernos las zapatillas no tenga solución cierta…
El diedro del
quinto largo (6a+) se puede acerar perfectamente por lo que no debe hacernos
dudar. Los primeros metros son fáciles hasta el mismo diedro y en general hay
buen canto tanto por fuera como por dentro. En bavaresa por la fisura de dentro
los dedos caben perfectamente hasta arriba. Tras el diedro unos metros fáciles
hasta la reunión.
Otro tramo de
trepada, con tendencia hacia la izquierda, señalado con puntos rojos, atraviesa
alguna placa (III) hasta la siguiente reunión. Otra vez dudaremos entre andar
con las zapatillas o seguir con los pies de gato.
El sexto y
último largo (V+) tiene una pequeña cavidad de frente muy bonita. Desde la
reunión se sale por la derecha hacia una fisura gorda llena de hierbas muy
vertical pero fácil y con buenos agarres. Por encima de la fisura sigue la
tónica de los primeros largos con buenos buzones para las manos y algún paso
más difícil, todo muy bien protegido.
Queda otro tramo
de trepada, siguiendo algún punto rojo, hasta un murito al final protegido con
un parabolt (III+). El calor ya nos tiene casi mareados y los dos litros de
agua que hemos subido están en las últimas así que toca subir lo más ligeros
que podemos hasta el final de las dificultades. Un árbol en la dirección del
descenso (oeste) nos proporciona buena sombra para quitarnos los arneses,
ponernos las zapatillas y echar un último trago antes de emprender la bajada.
En unos veinte minutos podríamos hacer cumbre en el Olano, que tenemos de
frente, pero el calor hace que no se nos ocurra ni plateárnoslo.
El descenso
tiene su gracia. Primero bajamos en dirección oeste unos trescientos metros
hasta tener a nuestra izquierda (sur) una empinada canal con rastros de
sendero. Es una pedrera por la que inevitablemente desencadenaremos continuos
desprendimientos mientras bajemos, con dos tramos más verticales en los que
quizás prefiramos montar algún rapel. En el primer tramo vertical un parabolt
con anilla permite hacer un rapel de unos quince metros. También se puede
destrepar con cuidado buscando lo más evidente (III+). Al final, la canal se estrecha
y forma un embudo por el que se escurre la pedrera. Unas cintas con maillón en
un arbolito permiten montar un rápel de unos veinticinco metros hasta el final
del estrechamiento. Queda una corta bajada por la pedrera hasta el bosquecillo
que tenemos a la izquierda, en el que está el comienzo de la vía.
Datos prácticos:
Acceso: Desde Vitoria-Gasteiz, por la
A1 hasta la salida 389 hacia Egino. Son 44 kilómetros, la mayoría por autovía.
Una media hora.
Dificultad: V, V+, II+, V+, 6a+, V+.
Longitud: 250 metros. Entre los largos
cuarto y quinto, y quinto y sexto hay sendos tramos de trepada que se hacen
andando. Desde la sexta reunión hasta el final queda otra trepada con un murito
final protegido con un parabolt (III+) que también se hace andando.
Horarios: entre dos y tres horas de
escalada y hasta otra hora para el destrepe.
Material: toda la vía está
perfectamente equipada con parabolts. Hay tantos que si queremos chaparlos
todos necesitaremos unas 17 cintas. No hace falta nada más. El casco es como
siempre necesario, sobre todo para el destrepe.