La primera vez que, hace ya unos
cuantos años, estuve en Sierra Nevada subí al Mulhacén en invierno por la ruta
normal que asciende desde Trevélez. Un pequeño susto mientras descendía por la Raspa del Tanto, que
inconscientemente hicimos sin encordar por una nieve costra muy traicionera y
con un material muy elemental, unido al recuerdo de la noche anterior, que
pasamos acampados en la zona de Siete Lagunas en medio de una tormenta y bajo
unas temperaturas severísimas de esas que hielan el bigote, me quitaron las
ganas de volver por la zona durante algún tiempo. Sin embargo, el recuerdo de
la imagen de la Cara Norte
a mis pies en la cima del Mulhacén en aquella, ahora lejana, primera visita a
esta sierra, ha permanecido nítido en el rincón de los asuntos pendientes
esperando su momento.
Además, la aproximación a
cualquiera de las vertientes de la montaña más alta de la Península, requiere
cierta logística y en pocas ocasiones se realiza en el mismo día que la
escalada, lo cual, lejos de ser un obstáculo –como injustificadamente pensé
hace años- en este momento de mi vida es un aliciente más de la ascensión. El
año pasado aproximadamente en estas mismas fechas quise escalar la Cara Norte con Fernando
Blas y Nacho Morales, pero vientos de más de 100 km/h redujeron nuestra
ilusión a una arrastrada literal hasta la cima por la ruta normal de la Cara Oeste, que por
cierto nos dejó muy satisfechos, sabedores de que el intento a la norte hubiera
sido una torpeza imperdonable. Hicimos la aproximación por la Acequia Alta hasta el
Refugio de Poqueira, donde pasamos la noche y al día siguiente subimos a la
cima, por la Cara Oeste
y regresamos a Madrid. El buen ambiente que se respira en el Poqueira, debido
indudablemente al tesón, amabilidad y buen hacer de sus guardas, sería más que
suficiente para hacer una visita a la zona.
El 14 de mayo de 2011, salimos de
Madrid temprano para llegar a Sierra Nevada a la hora de comer y hacer la
aproximación desde la estación de esquí hasta el Refugio-Vivac de La Caldera. En esta
ocasión voy con Luis Martínez y Luis González y la idea es la misma, hacer la Norte del Mulhacén.
Previamente nos hemos cerciorado de la posibilidad de hacer la aproximación con
esquís, pues las webcam de la estación nos permiten intuir nieve suficiente
para no tener que portear mucho las tablas.
Según indica el guarda del Refugio de Poqueira el acceso por la vertiente Sur supone un pateo con los esquís
considerable, a pesar de que por encima de 2800 metros hay mucha
nieve.
Llegamos a Granada sobre las
13,00 h. y aprovechamos para comer unos bocatas y unas tapitas de la tierra y
sobre las 14,30 h. estamos listos para
salir. Hemos subido con el coche hasta al Albergue Universitario, en la
zona más alta de la estación. A partir de aquí la carretera, que sube hasta el
Veleta, está cortada al tráfico particular. Porteamos los esquís no más de
quinientos metros y enseguida encontramos lenguas de nieve que aguantan bien
por el centro de las pistas y nos permiten seguir foqueando. Aunque cruzamos la
carretera en un par de ocasiones con los esquís por el asfalto, en pequeños
tramos de nieve discontinua, enseguida la capa blanca lo cubre todo y cuando
llegamos al Refugio-Vivac de La
Carihuela, en el Collado del Veleta, lo encontramos totalmente
tapado por la nieve. El tiempo es bueno, como estaba previsto, aunque para
mañana se anuncian tormentas y chubascos moderados a partir de la tarde. El
calor, sofocante para esta larga subida de 700 metros de desnivel,
y el peso que llevamos encima hacen mella y llegamos tocadillos. La verdad es
que no estamos acostumbrados a llevar el material duro para escalar, equipo
para vivaquear, comida, cuerda, y esta salida se convierte en una buena prueba
para medirnos realmente con nuestras fuerzas después de un invierno de palizas
a la carta, carreras, carreras y más carreras.
Desde el Refugio-Vivac de la Carihuela, donden se ha
juntado un grupo que ya lo llena para dormir, hay que descender hacia el sur
unos doscientos metros hasta dar con la huella que faldea todas las cumbres
desde el Veleta hasta el Mulhacén, que a pesar de su aparente cercanía, está
todavía a varias horas de camino. Aunque el trazado de la huella no es difícil,
en algún punto nos obliga a quitarnos los esquís, que patinan continuamente hacia
el valle en la nieve primavera recalentada por todo un día de sol del Sur. Con
nieve dura exige mucha atención. Y así, vamos faldeando el Veleta, el Cerro de
los Machos y los Crestones de Río Seco hasta dar con un camino, evidente en el
acercamiento porque en buena parte está pelado de nieve. Aunque la idea inicial
era continuar recto en una pequeña subida y posterior bajada hasta el
Refugio-Vivac de La Caldera,
el mapa señala otro vivac a la misma distancia pero siguiendo por el camino
hacia la derecha, el Refugio-Vivac Pillavientos. En previsión de que el vivac
de La Caldera,
más conocido, pueda estar tan repleto como La Carihuela del Veleta
optamos por la segunda opción y en cinco minutos estamos en el vivac
Pillavientos que, para nuestro disgusto está hasta arriba. El emplazamiento del
vivac hace honor a su nombre así que atención si dejamos cosas fuera. Con dos
tarimas de madera a modo de litera, el refugio no admite más de diez personas
pero estamos trece y nos repartimos como buenamente podemos, incluso Luis
Martínez decide dormir fuera siempre que le dejemos la puerta abierta por si se
pone a llover.
Ponemos el despertador a las 5,00
h. y tenemos que pedir prestado un cartucho de gas para calentar el café del
desayuno. La noche antes consumimos el nuestro derritiendo agua para rellenar
las cantimploras. Un grupito sube al Mulhacén por la ruta normal, otro se
vuelve directamente a la estación de esquí y el último decide levantarse más
tarde para bajar directamente por el Refugio de Poqueira. Todavía de noche,
pero ya con los primeros destellos de luz, salimos y buscamos por detrás del
refugio la huella que lleva hasta el Refugio de La Caldera, el Collado del
Ciervo y el Mulhacén. La nieve está dura, tanto que en un tramo me quito los
esquís por el temor a una caída por la pendiente helada, pero hay que darse
prisa porque en cuanto salga el sol se pondrá tan pegajosa como ayer y
peligrosa para disfrutar de la ascensión por la Cara Norte.
En poco más de cuarenta minutos
estamos a la altura del vivac de La Caldera. Sin acercarnos, seguimos directos los
últimos cien metros de desnivel hasta el Collado del Ciervo. Desde el collado
hay que bajar unos doscientos metros de desnivel con tendencia hacia la derecha
hasta situarnos al pie de la pared. Como el collado tiene una pequeña cornisa
en su lado este y la nieve está aún lo suficientemente dura como para que sea
imprescindible evitar por cualquier medio una posible caída nos tiramos
esquiando desde el lado oeste, mucho más fácil y menos pendiente, derrapando
sobre el hielo buena parte del descenso. En cinco minutos estamos ajustándonos
los crampones y equilibrando los esquís en la mochila. La cuerda queda en la
parte de arriba por si hay que usarla y nos encaminamos al embudo de nieve
barrido por pequeños aludes que se forma a la derecha del muro central de la
pared.
Los primeros metros por el embudo
son fáciles, con una inclinación de 35-40 grados la huella bien formada y la
nieve dura permiten clavar piolets y crampones anclándose con gran seguridad.
Superado el embudo el terreno se abre y hay que ascender a la vez que hacemos
una travesía hacia la izquierda que tras varios resaltes nos deja al pie del
canuto central. Aunque se puede presentar algún pequeño tramo mixto, está
bastante cubierto y las pocas rocas que superamos no ofrecen apenas
dificultades. En la parte final del canuto alcanzamos a dos compañeros que
viven en pueblos de la sierra y con los que luego intercambiaremos fotografías
que nos hemos tirado mutuamente en la subida. No resulta nada difícil entablar
conversación con ellos y los últimos metros de corredor se suceden con muy
buenas sensaciones. El último tercio de la ruta admite variantes. Por canales
fáciles de nieve hacia la derecha si queremos hacer la ruta original. Recto
hasta la cima si preferimos una breve escalada mixta de IV grado que se
presenta muy asequible. Por la izquierda, por canales de nieve fáciles hasta
salir a la arista este, si optamos por la ruta en la actualidad más habitual.
Salimos por la izquierda y desde la arista en tres minutos llegamos al hito
cimero del Mulhacén (3482 m.).
Hemos encontrado la vía en condiciones idóneas y nos ha llevado sólo una hora y
media.
El buen tiempo se mantiene y nada
hace presagiar un cambio pero ya no es lo que más nos importa. Estamos en la cima
unos quince minutos, hasta las 10,30 h., nos despedimos de los compañeros de
Granada y bajamos la pala oeste del Mulhacén con la nieve empezando a
transformarse en muy buen estado. En dos minutos bajamos lo que subiendo
normalmente supone 40 minutos de sudores y ponemos pieles para el suave
desnivel que nos separa del vivac Pillavientos, por el que tenemos que pasar
para recoger el saco y demás cosas que dejamos por la mañana.
Cargados como mulas retomamos el
camino de vuelta al Collado del Veleta, exactamente el mismo que recorrimos
ayer de venida, al que llegamos tras dos horas de lucha con la nieve primavera.
La niebla se echa encima casi de repente en cuanto pasamos al lado Norte y
justo antes de seguir vemos en el horizonte las nubes que envuelven todas las
cumbres cumpliendo la predicción meteorológica anunciada. Con el cansancio
acumulado disfrutamos como mejor podemos la bajada por las pistas de la
estación buscando la mejor aproximación hasta el Albergue Universitario, con
tendencia al este, en la que probablemente sea la última esquiada de la
temporada.
Datos prácticos:
¿Cómo llegar a Sierra Nevada?
Desde Madrid hay
que salir por la N-IV
hasta Despeñaperros y sucesivos desvíos a Jaén, Granada y Sierra Nevada. Al
llegar a la estación girar en la rotonda hacia la izquierda y seguir hacia el
Albergue Universitario.
Dificultad: el canuto central de la Norte del Mulhacén está
catalogado como AD inf. En buenas condiciones la inclinación no suele superar
los 50 grados y algún paso mixto muy fácil; se hace bien con piolets y
crampones. En otras condiciones la dificultad se incrementa fácilmente y pueden
ser útiles algún tornillo de hielo, clavo y fisureros. Los compañeros que
conocimos en la vía habían estado más veces y llevaban varias estacas.
Horarios: para el primer día en total 4
horas: un par de horas para subir hasta el Collado del Veleta y otras dos hasta
el Refugio-Vivac Pillavientos. Para el segundo día en total 8 horas: 1,30 h.
desde el vivac Pillavientos hasta Collado del Ciervo. Media hora para bajar al
pie de la Cara Norte,
cinco minutos con esquís. Entre dos y cinco horas, según reseñas, para escalar la Cara Norte. Una hora
para bajar esquiando la
Cara Oeste y vuelta al vivac Pillavientos. Dos horas más para
la vuelta al Collado del Veleta y una hora para la bajada hasta el
aparcamiento.
Material: piolets, crampones y casco.
Cuerda, algún tornillo de hielo, clavo y fisureros, según condiciones. Arva,
pala y sonda son necesarios en Sierra Nevada en bastantes más ocasiones de lo
que parece.
Más información:
- Desnivel nº 297, marzo 2011.
Pág. 45.
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