Para el fin de
semana del 22 de septiembre se organiza una salida programada de la Sociedad Española
de Alpinismo Peñalara al pico de Aspe, en la que algunos intrépidos socios
pretenden vivaquear en la
Garganta de Aísa a pesar de la previsión meteorológica un
tanto dudosa. Un pequeño grupo optamos por subir al Aspe recorriendo la afilada
Arista del Murciélago, una vía con la firma del inigualable y malogrado Alberto
Rabadá, muy respetable en invierno pero bastante más asequible en periodo
estival. La ruta fue recorrida por primera vez por Luis Alcalde, Manolo Ansón,
Alberto Rabadá y Julián Vicente, el 22 de septiembre de 1962. ¡Justo medio
siglo después nos toca a nosotros!
Sin nieve la
arista puede hacerse sin superar pasos de IV grado pero preferimos la versión
directa que tampoco es mucho más difícil (V-) y es sin duda más alpina y
atractiva. Tras un acogedor vivac refugiados bajo un techo en la estación de
Candanchú partimos a las 8,30 h. Con la ilusión mermada por las encrucijadas
en que a menudo me pierden los caminos de la vida y el alma, parto animado en
busca de un mundo de roca, vacío y viento que cura mil veces mejor que la
medicina más sofisticada. Si apretamos el culo en poco más de dos horas podemos
estar en el Collado de la
Garganta de Aísa, portal de entrada al refugio de la migraña
que invade mi conciencia y desaparece en cuanto el fuerte viento me pega en la
cara sudada después de ascender una incómoda pedrera a ritmo frenético. Ahora
empieza lo bueno.
No sé si será la
adrenalina efervescente generada por el esfuerzo de subida pero el ánimo vuelve
a estar en su sitio y no dudamos en comenzar a escalar la primera aguja con el
calzado de trekking y la cuerda a la espalda. El itinerario se sigue fácilmente
si nos vamos fijando en los clavos que lo delimitan por el terreno más evidente
(IV), unos quince metros de escalada hasta una zona fácil en la que monto
reunión y lanzo las cuerdas a los compañeros en cuanto las piden. El viento
fuerte y el carácter traidor de las rocas desencajadas por los rigores del
invierno invitan a disfrutar de la escalada unidos por la cálida corriente que
fluye por las cuerdas en un lenguaje invisible, lenguaje que nos anuncia el
tramo que nos falta por recorrer cuando vamos de segundos de cordada o nos
recuerda el que acabamos de disfrutar cuando vamos por delante.
El tramo que
sigue hasta el pie de la
Aguja Dondestastu atraviesa unas rocas muy tumbadas y
estéticas con un patio sensacional hacia el norte, y una zona de hierba por la
que también se podría acceder a la arista evitando el primer resalte.
La Aguja Dondestastu
se enfila por su parte izquierda en los primeros metros para luego alcanzar un
diedro chimenea a la derecha por el que se sube en un largo hasta la cima (III+).
Montamos la reunión en bloques. La aguja se destrepa (fácil) hasta la horcada
en la que comienza el largo vertical que nos lleva a la cima de la Aguja Dondestanestos
(IV+). Podemos montar una reunión intermedia para fraccionar el largo. Todo el
recorrido está marcado con clavos aunque conviene llevar algún friend y
fisureros para reforzar la protección.
La arista continúa
en un sencillo destrepe (II) hasta llegar a una instalación de rapel de unos 20 metros que nos
deposita ante el largo clave de la vía. Bordear los sencillos bloques que
encontramos de frente por su izquierda, hacia un clavo en buen estado que
protege un paso de escalada de V-. Por encima, seguimos por lo más fácil (IV)
hasta una piedra lisa hacia la derecha en la que un cordino blanco totalmente
deshecho permite asegurar otro paso de V. Unos metros por encima montamos la
reunión.
Lo que nos queda
hasta la antecima lo escalamos en dos largos (III+, IV-) por lo más fácil
(clavos y algún friend atascado) hasta que alcanzamos a ver, a lo lejos, el
hito cimero del Aspe. Sólo resta un destrepe, con un paso raro al principio
para meternos en un pequeño pasillo de roca, alcanzar la base de la cima (II) y
en pocos minutos la cumbre del Aspe.
Finalizada la
escalada y justo cuando la cabeza comienza a envenenarse con los problemas
cotidianos un zumbido suave pero intenso vuelve a sumergirnos en la dulce
hipnosis de la que nunca deberíamos haber salido, que pena que la arista no sea
infinita… Es el sonido sordo de un aeroplano sin motor que se acerca a la
velocidad de un rayo en picada kamikaze hasta sobrevolarnos a pocos metros de
distancia. El piloto nos saluda, traza dos círculos perfectos sobre nuestras
cabezas y desaparece entre las nubes arrastrado por la fuerza del viento.
Volvemos a la soledad total, que tan poco ha perturbado la aeronave, y
emprendemos satisfechos el descenso. Un camino fácil de seguir y marcado con
hitos hacia el oeste va descendiendo hasta girar a la derecha (norte) para
seguir la canal de bajada hasta la estación atravesando bajo la cara norte de
nuestra montaña escalada y enlaza con el mismo trayecto de subida. En dos horas
largas alcanzamos el parking de Candanchú y empezamos a pensar en silencio,
cada uno su próximo proyecto.
22 de septiembre
de 2012, Beatriz Peña, Nacho Morales y Pablo Parrón.
Datos prácticos:
Acceso: desde Jaca seguir hasta
Canfranc, Canfranc-Estación y, finalmente, el parking de la estación de
invierno de Candanchú.
Dificultad: cresta muy bonita y de
dificultad moderada. La versión directa de la ruta presenta un par de pasos de
V, protegidos con clavos que podemos reforzar, aunque la dificultad media es de
III+/IV. Más que por el grado, la dificultad viene marcada por el carácter
alpino de la ruta, en la que, aunque la roca no sea en absoluto mala, es
imprescindible estar atentos en todo momento a los bloques sueltos y a la
elección del camino más lógico. Los clavos facilitan mucho esta labor. Como
siempre en aristas de alta montaña, el viento y la nieve pueden hacer que la
dificultad aumente sensiblemente.
Horarios: 2/3 horas para subir desde
Candanchú hasta la Brecha
de la Garganta
de Aísa. Entre 2 y 4 horas para la arista y dos horas largas para el descenso
hasta el punto de partida.
Material: hay muchos clavos a lo largo
de toda la arista que, además de proteger, indican el buen camino. Algunos son
tan vetustos que no dudaría en afirmar que fueron colocados por la cordada de
aperturistas de la que formó parte A. Rabadá. De todas formas hay que llevar un
juego de friends y fisureros y algún lazo. En la ruta encontraremos también
varios friends atascados, si nadie los saca antes... El casco es totalmente
imprescindible. La elección entre pies de gato o botas es una opción personal
pero no son imprescindibles.
Más información:
- Desnivel nº 264, 2008. Pico de
Aspe. 2.640 m.
Vía del Murciélago. Págs. 74-78.
- Desnivel nº 207,
enero 2004. Págs. 28-40.
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