El invierno
comenzó con nevadas tempranas que por desgracia no han tenido continuidad, con
lo que la situación en todos los macizos montañosos de la Península Ibérica
es bastante lamentable. En los más pequeños la nieve ha desaparecido por
completo y en los más grandes y elevados la falta de precipitaciones unida a
las tremendas diferencias de temperatura entre la noche y el día, ha generado
unas condiciones para el esquí de travesía ciertamente complicadas, con nieves
extremadamente duras que convierten los itinerarios más sencillos en recorridos
peligrosos en los que hay que evitar las caídas a toda costa. Una vez más
sufrimos las consecuencias del innegable cambio climático en la vida cotidiana
y lo que en nuestro caso, de momento, no supone más que mermar las
posibilidades de entretenimiento, en medio mundo pone a los seres humanos en la
frontera entre la vida y la muerte…
Por ello,
elegimos para nuestra primera salida del año una fácil ascensión al Pico
Espelunciecha (2399 m.),
en las inmediaciones de la
Estación de Esquí Alpino de Formigal.
Salimos del
Parking Anayet (1740 m.),
bien entrada la mañana, mejor dicho, al medio día, con la esperanza de que la
orientación sur de la pala de bajada del Espelunciecha esté en condiciones de
ser disfrutada. Desde el parking puede subirse directamente por el Barranco de
Culivillas, con lo que abandonamos rápidamente el terreno de la estación, pero
la escasez y dureza de la nieve no lo hace muy viable y optamos por subir por
las pistas. Hay que cruzar el puente que atraviesa la carretera, enfrente del
edificio Anayet, por la suave pendiente de la pista azul llamada “Glera”
(dirección norte-noroeste), que enseguida gira a la izquierda en dirección
suroeste e incrementa la inclinación, hasta llegar a la bifurcación con la
pista roja “Pipos”, por la que continuamos hasta un restaurante de la estación
que marca el final de la subida por las pistas.
En adelante, la
dirección es básicamente oeste y no tiene pérdida. Al poco de salir de la
estación llegamos a un collado amplio desde el que vemos abajo a nuestra
izquierda el Barranco de Culivillas. Lo ideal es continuar flanqueando la
pendiente sureste del Espelunciecha, que queda a nuestra derecha, sin perder
altura, sin riesgo de aludes en las condiciones actuales aunque con
acumulaciones importantes es una zona a tener en cuenta en la que hay que ir
con precaución. El problema en el día de nuestra ascensión es que la pendiente
está totalmente helada y un resbalón nos llevaría sin remedio hasta el barranco
con lo que al final no queda más remedio que ir perdiendo algunos metros hasta
enlazar con el camino que asciende por la orilla orográfica izquierda del
mismo. Al fondo divisamos la cascada que desciende de los Ibones de Anayet y a
su derecha el último repecho antes de la explanada que los alberga, en el que
la inclinación aumenta y el hielo dificulta lo que en otras condiciones no deja
de ser una sencilla ladera perfecta para trazar alguna zeta. Finalizado este
repecho llegamos a un poste de madera del camino GR11 (cota 2220 m.), seguimos avanzando
unos trescientos metros y giramos a la derecha (norte) para enfilar los escasos
doscientos metros de desnivel que quedan hasta la cima, ya perfectamente
visible.
La parte final
puede acometerse dirigiéndonos hacia la arista que llega a la cumbre por la
derecha, o si lo preferimos por la que llega por la izquierda. En este último
caso seguimos el mismo itinerario por el que luego bajaremos, con lo que
podemos conocer de antemano el estado de la nieve. Bea opta por subir por la
izquierda y yo subo por la derecha, aunque en ambos casos tenemos que descalzar
los esquís para llegar a la cima. En buenas condiciones se llega perfectamente
con los esquís puestos. Si las condiciones son idóneas también puede
descenderse por lo más empinado, buscando alguno de los corredores que sortean
los resaltes rocosos. Como esto hoy es una locura, bajamos por el recorrido más
sencillo, con mucho cuidado de no resbalar en el hielo.
El descenso coincide
pues con el itinerario de subida, con la precaución de perder la menor altura
posible al volver a atravesar la pendiente sureste del Espelunciecha para no
tener que descalzarnos los esquís al llegar al collado desde el que volvemos a
ver las pistas de la estación. Si hubiera que descalzarse las tablas tampoco es
ningún drama y no serían más de cinco minutos de subida. Una vez en las pistas
bajamos cuando los remontes acaban de cerrar para disfrutar en solitario del
descenso hasta el aparcamiento y antes de que las máquinas pisanieves comiencen
su trabajo.
Actividad
realizada el 4 de enero de 2020 por Beatriz Peña y Pablo Parrón.
Datos prácticos:
Acceso: desde Huesca seguir hasta
Sabiñánigo, Biescas, Escarrilla y finalmente la estación de Formigal. Subiendo
hacia la frontera del Portalet, unos cinco kilómetros antes de llegar, vemos el
desvío hasta el Parking Anayet, que queda a un par de kilómetros. El acceso
sólo está abierto en la temporada de apertura de la estación.
Dificultad: la ruta es fácil en buenas
condiciones. Con nieve dura requiere precaución. La parte más empinada para
descender es el repecho que baja desde la explanada de los Ibones de Anayet
pero es muy cortita y se puede bajar a pie en dos minutos.
Desnivel: 750 metros de desnivel
positivo.
Horarios: toda la actividad puede
hacerse en 3 horas con calma y paradas incluidas.
Material: arva, pala y sonda si el
riesgo de aludes lo aconseja (los carteles de la estación en el edificio Anayet
indican la escala de peligro actualizada). Con nieve dura, crampones o
cuchillas por si acaso.
Más información:
- Esquí de montaña en el Pirineo aragonés, de Manuel López Sarrión, publicado por Desnivel
Ediciones, págs. 79-82.
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