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SUSPIROS DE MONJA - RISCO DE SAN PEDRO - LA PEDRIZA

El Risco de San Pedro se encuentra en la lejana Pedriza Posterior, muy cerca de la archiconocida Pared de Santillana o Cancho de la Herrada. Pero a diferencia de ésta, el Risco es muy solitario, conservando sin embargo las características que han hecho tan famosa a la Pared de Santillana, es decir, la adherencia y calidad de la roca, y las magníficas setas de granito que difícilmente podemos ver en ninguna otra parte. De hecho, las paredes del Risco son más variadas en cuanto a los tipos de vías que podemos escalar y tienen un descenso mucho más técnico, con lo que si lo que buscamos es aventura y soledad, la decisión es clara para quien ya tenga machacadas las vías de la Pared. La soledad del Risco se ha visto favorecida porque no aparece en la Guía de La Pedriza de Barrabés (“La Biblia”), habiéndose dado a conocer sobre todo por aparecer en unas cuantas guías de Tino Núñez.

El Risco de San Pedro se compone de tres espolones bien diferenciados. La vía Suspiros de Monja, abierta por Adolfo Díaz y el polifacético Tino Núñez, es la más oriental de todo el risco, en el tercer espolón. Lleva el sello de Tino, equipada donde es preciso y muy bien graduada. Francamente me ha parecido una ruta excelente.


Para llegar al comienzo de la vía hay que seguir un zócalo o llambría sencillo pero en el que hay que llevar cuidado porque dejamos a nuestros pies una placa lisa con una buena caída hasta el suelo. Llegamos hasta dos parabolts, uno con argolla, en los que nos aseguramos y comienza la escalada. El primer largo (V-) sale hacia la derecha, siguiendo una línea de cuatro chapas de clásica adherencia pedricera, que se pone muy vertical en las dos últimas. El paso entre todas las chapas es obligado. Tras la cuarta, vemos a la derecha una amplia grieta por la que subimos y vamos encontrando cada vez más y mejores setas hasta llegar a un parabolt bajo un techito con una grieta horizontal donde se monta la reunión reforzando la chapa con algún friend pequeño-mediano. Unos 30 metros.


El segundo largo (IV+) no tiene nada que envidiar a cualquiera de los que surcan la parte central de la Pared de Santillana. La salida de la reunión es más fácil de lo que parece, gracias a los inmensos agarres que ofrecen las setas, en las que aseguramos laceando alguna cinta. Son unos 50 metros de disfrute total, al principio muy verticales, en los que podemos aprovechar algún puente de roca y un par de parabolts. La parte final antes de llegar a la reunión es más plaquera pero muy fácil, con dos parabolts bastante alejados, y nos deja al pie de varias chimeneas, concretamente tres. Montamos reunión laceando un bloque grande al pie de la chimenea central, que distinguimos sin posibilidad de fallar porque en los primeros metros tiene un parabolt. A la izquierda hay una seta preciosa que también puede servir para la reunión pero queda un poco desplazada de la chimenea del parabolt.


El tercer largo (V+) tiene el paso nada más salir de la reunión, pero está protegido por el parabolt y se hace muy bien. Se trata de buscar una oreja por encima y a la izquierda de la chapa, que en cuanto alcanzamos nos sirve para las dos manos y permite sacar el paso con total confianza. Lo que queda es casi horizontal y bastante sencillo, hasta llegar a una brecha que separa el tercer espolón del segundo, equipada con parabolts con argollas para montar la reunión y rapelar.


Pero lo ideal es darle un tiento a un último largo (6a) subiendo por la fisura revirada que hay a la izquierda de la reunión. Se protege bien con un par de friends grandotes y es un sexto rarillo con lo que si se pone complicado se puede salir sin mayor problema tirando de los cacharrillos que hayamos colocado (A1). Por encima quedan unos 20 metros fáciles (IV) hasta la cima del segundo espolón, equipada con dos espits con maillones para montar la reunión (este último largo pertenece a la vía Directa Micológica, abierta por Luis Gómez y Juanjo Zorrilla).

El descenso desde la cima del segundo espolón es delicado si lo hacemos por la cara norte. Autoasegurarse y anudar el final de las cuerdas. Además es imprescindible alargar el rápel con cordinos muy largos porque sino luego las cuerdas se atascan. Por si no fuera poco, como no es una cumbre tan frecuentada como otras puede ser necesario sustituir los cordinos que encontremos colocados. Aunque con cuerdas de sesenta se llega al suelo de una tirada las posibilidades de que se complique recuperar las cuerdas son bastante altas con lo que es mejor rapelar hasta la brecha que separa los dos espolones y luego hacer otro rapel hasta el suelo. Tocará destrepar los últimos metros con cuidado (III). Otra posibilidad es rapelar por la misma cara de subida, utilizando las reuniones de la vía Toño.

Actividad realizada por Luis Martínez, Emilio Dabo y Pablo Parrón, el 15 de febrero de 2020.
 
Datos prácticos:

Acceso: partiendo del Parking de Cantocochino cruzamos el puente de madera para coger la autopista de La Pedriza, en dirección al Refugio Giner y luego, pasando junto al Tolmo, hasta el Collado de la Dehesilla, donde giramos a la izquierda por un entretenido camino que nos obligará a hacer alguna pirueta entre los bloques. Tras el tramo más empinado llegamos a la increíble pradera de Navajuelos y después a la Pared de Santillana, desde la que es perfectamente visible el Risco de San Pedro, al este, que alcanzamos en leve descenso campo a través.

Dificultad: V-, IV+, V+, y un último largo de 6a (o IV/A1) opcional.

Longitud: 100 metros aprox.

Horarios: unas tres horas hasta el pié de vía, un par de horas para la vía, incluido el rápel de descenso y un par de horas para la vuelta a Cantocochino.

Material: diez cintas express, un juego de friends y cintas largas para lacear setas, montar alguna reunión y sobre todo, para sustituir las que haya en la cima si fuera necesario, si hacemos el cuarto largo, para poder recuperar las cuerdas tras el rápel sin problemas. Casco. Cuerdas de 60 metros.

Más información:

- Pedriza. Vías conocidas y desconocidas, de Tino Núñez. Ediciones Desnivel. 2005. Págs. 116-121.
- Escaladas en el Sistema Central, de Tino Núñez. Ediciones Desnivel. 2008. Págs. 78-79.

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