La vía José Antonio Sanz al Mallo Melchor Frechín fue abierta en abril de 1971 por P. Alcay, E, Monzón y J. Ascaso tratando de buscar las debilidades de una pared que en aquel momento ni siquiera tenía nombre propio al no considerarse de entidad suficiente. Entonces se hablaba del “mallo sin nombre” aunque poco después merecidamente se le dio el nombre actual, en reconocimiento al clásico escalador del club Montañeros de Aragón, nacido durante la Guerra Civil, que fue parte del activo grupo de escaladores que en los años 60 llevaron el alpinismo español a la máxima expresión a nivel mundial entre los que estaban Rabadá, Navarro, Bescós, Montaner, Ursi, Ibarzo y tantos otros.
No obstante, la vía que abrió la cordada mencionada, con bastantes esfuerzos y algún vivac incluido, poco tiene que ver con la que hoy recorremos. Al parecer un buen día apareció una línea de chapas que alguien decidió llamar vía José Antonio Sanz y, como no podía ser de otra manera, se montó la marimorena… Realmente la vía original trató de superar la pared por la evidente fisura que recorre el mallo por su mitad, con poco éxito debido a la mala calidad de la roca, resultando finalmente una ruta bastante expuesta y de recorrido sinuoso difícil de seguir que enseguida cayó en el olvido. En la ya antigua Guía de Riglos de Felipe Guinda se reseñaba la ruta como una escalada con “mala calidad de la roca… equipamiento antiguo y difícil de realizar”. Quien quiera realizarla hoy en día no tiene más que echarle el arrojo necesario, cargarse el arnés de friends y fisureros y tratar de localizar el recorrido, en el que seguirá encontrando incluso las antiguas reuniones con chapas en las que no entra ni el dedo meñique.
Quizás podría haberse evitado la polémica si los anónimos equipadores hubiesen denominado su línea de otra forma, Por lo demás, no puede negarse que se ha convertido en una vía muy buena, hasta el punto de ser de las más repetidas en Riglos, bastante segura y que, desde luego, no es ningún “paseo” vertical. Se trata de una escalada muy mantenida en la que prácticamente todos los largos rondan el 6a, con recorrido sinuoso fácil de seguir, y la tremenda verticalidad característica de los Mallos que fácilmente se le puede atragantar al escalador no habituado, por mucho que acere en los pasos más duros.
Desde el pueblo de Riglos el acceso a las paredes es evidente y nos llevará unos quince minutos llegar a la base del Mallo Melchor Frechín, encajonado entre dos de los mallos más impresionantes, el Cuchillo a la izquierda, y la Visera a la derecha.
El comienzo de la vía se localiza con facilidad unos metros a la izquierda de la evidente fisura que asciende por el centro del mallo. Es inconfundible por el generoso equipamiento. Más a la izquierda sale la vía Currucuclillo, y por la derecha la vía Inés y La Paz, aunque las chapas de esta última no se ven porque comienza casi en la canal que separa el Frechín de la Visera y hay unos cuantos arbustos entre las dos líneas. Habrá que tener cuidado en la mitad superior, donde se cruzan ambas vías, para no equivocarnos.
El primer largo (V+) empieza unos metros a la izquierda de la característica fisura que recorre por su mitad el mallo. No hay más que seguir la sucesión de parabolts, que comienzan en línea recta para ir virando a derecha y luego a izquierda hasta alcanzar la reunión. Aunque en la reseña original se gradúe el largo como 6a, para homogeneizar la valoración de la dificultad con el resto de largos y en atención a la buena calidad de la roca y el hecho de que nada más empezar los brazos no acumulan el cansancio que iremos notando más arriba, parece más apropiado cotarlo de V+. Como hay bastantes seguros y el largo es algo revirado puede ser interesante si escalamos con doble cuerda ir alternando los chapajes o utilizar algunas cintas largas para reducir el rozamiento.
El segundo largo (6a) sale de la reunión hacia la derecha para superar una panza que es lo más difícil de la tirada, y seguir describiendo un arco que va virando a izquierdas hasta llegar a la reunión. Tras la panza, lo que queda del largo es más amable, sin bajar del V+ hasta el final.
El tercer largo (6a+) va haciendo algunas eses para ir superando hasta cuatro panzas rigleras que le dan un carácter bastante mantenido. Junto con el penúltimo largo probablemente sea el más duro de la vía. La roca sigue siendo buena y con la altura que ya llevamos ganada y la tremenda verticalidad de la pared el ambiente es insuperable.
El cuarto largo (6a) relaja la dificultad ligeramente respecto al anterior. Sale hacia la izquierda de la reunión, con unos pasos atléticos y muy estéticos, y luego va girando hacia la derecha, superando un par de panzas, hacia la fisura-diedro que divide el mallo en dos, por la que transcurre algunos metros, lo justo para cruzarla y encaramarse a un murito en el que encontramos la reunión. Probablemente sea el tramo en el que más cuidado hay que tener con la roca, sobre todo en la zona del diedro, donde a pesar de las numerosas cordadas que ya lo han recorrido no podemos descartar el quedarnos con algún bolo en las manos. Mejor tantear bien. Afortunadamente el buen equipamiento nos da la seguridad que no da la roca para afrontar el largo con garantías de ir disfrutando de la escalada.
El quinto largo (6a) sale hacia la derecha para superar una panza. Justo en este punto hay que prestar atención para no seguir recto por los seguros de la vía Irene y La Paz, que cruza la nuestra de derecha a izquierda. Para seguir por la José Antonio Sanz hay que seguir por los seguros que van por la derecha y luego más o menos recto superando alguna que otra pancita hasta la reunión. Aunque en el croquis original se gradúa el largo como V+ creemos que está más cerca del 6a. Quizás sea el esfuerzo acumulado en los brazos después de haber superado ya unas cuantas panzas rigleras pero el carácter mantenido de la ruta no da tregua y después de 150 metros de escalada muy vertical el cuerpo ya lo va notando. La reunión está en una repisa muy cómoda, la mejor de la vía.
El sexto largo (6a+) sale de la reunión hacia la derecha, donde enseguida veremos en otra repisita una de las antiguas reuniones con buriles y chapas caseras del recorrido original. Es el único tramo de la vía en el que tenemos cierto aleje en los seguros hasta que llegamos al primero, un poco alto para los bajitos, para superar una primera panza (6a+) y seguir recto en un tramo mantenido de V+. En los últimos metros del largo los seguros nos van derivando hacia la izquierda hasta una última panza más potente que las anteriores, quizá el paso más difícil de la vía (6a+/6b), tras el cual encontramos la reunión.
El séptimo y último largo (V+) sale hacia la izquierda con algún pasito atlético en los primeros metros para enseguida ir tumbando progresivamente al mismo tiempo que la dificultad va decreciendo hasta llegar a la reunión, desde la que ya con cuidado sólo quedan unos pocos metros por terreno sencillo (II) hasta la cima del Mallo Melchor Frechín.
Descenso: desde la cima del Frechín debemos descender unos metros de frente, en dirección a un grupo de árboles, siguiendo una sirga a la que podemos agarrarnos aunque no es necesario. Tras los árboles continúa una trepada protegida también por una sirga. Aunque desde la cima del Frechín esta trepada aparente ser vertical realmente al acercarnos vemos que no es para tanto (quizás unos pasos de II). Finalizada esta breve trepada nos dirigimos hacia la derecha, para bordear la cima de la Visera y seguimos los hitos y el caminito normal de descenso evitando la tentación de volver a girar a la derecha en la primera canal que encontramos, que nos llevaría al punto de escape de la vía Mosquitos desde “el trono”. La siguiente canal a la derecha, tras pasar una estética arista, nos conduce ya sin pérdida, aunque por camino a ratos poco marcado y algún pequeño destrepe, hasta el pueblo de Riglos. El descenso desde la cima del Frechín nos llevará unos 45 minutos.
Datos prácticos:
Acceso: desde Huesca hay que dirigirse por la N-240 hacia Ayerbe y tomar un desvío señalizado a la derecha antes de llegar a Murillo de Gállego hasta el pueblo de Riglos. La pared está justo enfrente del pueblo y el acceso al pie de vía es evidente en unos 15 minutos.
Dificultad: V+, 6a, 6a+, 6a, 6a, 6a+, V+. Al final del sexto largo hay una panza durilla, que podría rondar el 6b. Con el equipamiento existente el grado máximo sino podemos hacerlo todo en libre sería V+. La vía está muy bien equipada con parabolts, gracias a lo cual se puede seguir sin pérdida el itinerario correcto, en algunos largos un poco sinuoso. Hay que prestar atención al comenzar el quinto largo y no seguir recto por la vía Inés y la Paz, yendo hacia las chapas de la derecha, que son las de nuestra ruta. A lo largo del recorrido pasaremos por algún clavo antiguo y reuniones de buriles con chapas de ferretería de la vía original. Con la salvedad de que en general en todas las escaladas en Riglos hay que tantear la roca antes de fiarse plenamente, en la José Antonio Sanz la calidad de la roca es bastante buena, salvo en algunos tramos de la mitad superior en los que hay que tener cuidado.
Longitud: 210 metros. Los largos tienen una media de 30 metros.
Horarios: entre 4 y 6 horas, incluido el descenso andando de unos 45 minutos.
Material: la vía está muy bien equipada y sólo necesitaremos unas 15 cintas. Aunque podría hacerse con una sola cuerda, como los largos son algo sinuosos, es mejor con cuerda doble. Todas las reuniones están equipadas con dos o tres parabolts con argollas para rapelar si fuera necesario. Casco.
Más información:
- Riglos Vertical,
de Chema Agustín y Miguel Carasol, Ediciones Desnivel, primera edición, 2018,
pág. 225. Muy completa y que incluye otras zonas de escalada cercanas como la
cada vez más recorrida Peña Rueba.
- Guía de escalada en Riglos, Agüero y Foz de Escalete, de Felipe Guinda Polo, Editorial Prames. Quinta
edición, febrero 2004. Pags. 130-131. La descripción de la vía poco antes de
contar con el actual equipamiento. Hay una guía más moderna de Felipe Guinda,
ya actualizada, cuya última edición es de 2012. Muy recomendable.
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