Escalar confinados en la Comunidad de Madrid, en plena pandemia mundial causada por el Covid-19, se ha convertido en una auténtica aventura para evitar la masificación que el encierro ha producido en todas las zonas naturales del territorio autonómico. Si las agujas de la Sierra de La Cabrera son ya de por sí bastante solitarias en comparación con su risco más emblemático, el Pico de La Miel, el hecho de elegir además una vía prácticamente desconocida y rara vez repetida nos garantiza la aconsejada soledad que la situación sanitaria exige.
La
cara este de la Aguja Sin Nombre cuenta con varios itinerarios, de los que sólo
uno (la vía Este) tiene una entrada que no admite confusión, pues está marcado
por una placa de la asociación Escalada Sostenible y los servicios forestales
de la Comunidad de Madrid. El resto de vías abiertas en esta cara se repiten
poco, muy poco, por lo que los intrépidos que las recorran encontrarán escaso
equipamiento fijo, roca delicada en algunos tramos y abundante musgo y liquen
en otros, lo que las convierte en pequeñas aventuras al alcance de cordadas
curtidas. La orientación aconseja escalar por las mañanas en invierno y por las
tardes en verano (sombra asegurada a partir de las 14,00 h.).
Al
llegar a la Aguja Sin Nombre, identificamos con facilidad el extraordinario
Diedro de la Deportiva en su cara sur. Si recorremos el pie de la aguja por su
parte derecha (este) veremos enseguida la plaquita de la Comunidad de Madrid
que marca el comienza de la vía Este, y si seguimos avanzando unos cuarenta
metros veremos una característica placa totalmente lisa al lado de una encina.
Por la izquierda de esta placa comienza la vía Patapalo, y a la derecha de la
encina comienza la vía anónima. Además, desde el suelo, es visible la reunión,
justo por encima de un techito fisurado, en la que finalizaremos el primer largo.
El primer largo (V+/A2) se inicia a la altura de la encina, montándonos en una laja
separada de la pared que forma una pequeña repisa por la que tenemos que hacer
una travesía de un par de metros hacia la izquierda y que, para ser el
comienzo, ya tiene su gracia. Seguimos recto, por una fisura musgosa, en
dirección al evidente techito sobre el que se encuentra la reunión. Aunque no
podemos confirmar la dificultad en libre, con seguridad ronda el sexto grado en
terreno delicado, y cuando la cosa se pone difícil toca tirar de estribos hasta
alcanzar los cochambrosos buriles que permiten llegar al techo. Antes de llegar
al primer buril habrá que colgarse de uno o dos friends, cuya colocación hay
que buscar bien (motivo por el que graduamos como A2). Los buriles nos servirán
como apoyo para progresar pero es indispensable seguir colocando cacharros por
la fisura de la izquierda porque el estado de los mismos, y de las chapas
caseras que abrazan no es garantía de nada. Tras el tercer buril toca abandonar
los estribos para hacer travesía hacia la izquierda hasta alcanzar la reunión.
La omnipresencia de musgo y liquen, que dificulta todos los pasos, y las
pequeñas travesías del largo, no lo hacen aconsejable para un segundo sin
cierta experiencia.
El
segundo largo (V+) corresponde ya a la vía Patapalo. La salida es clara pues
hay que dirigirse hacia un parabolt a un par de metros con un pequeño apretón que
podemos proteger con un friend mediano y que supone el paso más difícil del
largo (V+). El resto no supera el IV grado pero requiere atención para
dirigirse hacia unas encinas en las que montaremos la reunión. La dificultad
estriba más en escoger el itinerario, pues se trata del típico terreno que
admite el paso por cualquier parte, y en sortear los bloques sueltos y lajas
inestables que caracterizan esta parte de la pared. La ausencia total de cordinos
o cualquier otro vestigio de reunión en el grupo de encinas al que llegamos es
testigo claro de lo poco que se recorren estas vías.
Actividad realizada el 12 de diciembre de 2020 por Luis Martínez y Pablo Parrón.
Datos prácticos:
Acceso: por la A1 salimos desde Madrid hasta el kilómetro 57, salida a La Cabrera. Atravesamos el pueblo y al final, a la izquierda está la calle de los Colegios, donde normalmente dejamos el coche para subir al Pico de la Miel. Para las agujas es mejor, desde aquí, localizar la calle Encerrada y seguirla hasta que se convierte en pista y llega a una explanadita donde podemos aparcar. Las agujas están enfrente y si vamos con atención un senderito a veces poco claro llega hasta ellas en media hora larga y de cuesta empinada.
Dificultad: V+/A2, V+, IV+, IV+.
Longitud: aproximadamente 90 metros.
Horarios: un par de horas para la vía, 30-40 minutos la aproximación y 30 minutos la vuelta.
Material: un juego de friends y fisureros. Estribos. Casco. En toda la vía encontraremos tres buriles muy deteriorados en el primer largo, y un parabolt a la salida del segundo largo. Sólo están montadas la primera y la última reunión (que además es el rápel de bajada). Las reuniones intermedias se montan con facilidad pasando un lazo por los arbolitos que encontraremos.
Más información:
Poca información encontraremos de esta vía. Únicamente una mención en el croquis de la vía Maceta publicado por Víaclásica.com, y el croquis de la vía Patapalo en la imprecisa Guía de Escaladas en La Sierra de La Cabrera, de la Federación Madrileña de Montañismo, publicada por Desnivel Ediciones, pág. 85.
Nota:
Con fecha 28 de octubre de 2021, Emilio Gutiérrez, uno de los aperturistas de la vía que en esta reseña denominamos “Anónima”, indica el nombre correcto y fecha de apertura de la misma en un mensaje en la web Viaclasica.com, que reproducimos literalmente:
“En el croquis de la vía Maceta de la Aguja sin Nombre, figura otra vía situada entre la patapalo y el diedro chileno, marcada como anónima. Esa vía la abrimos Manuel Jiménez (Manolín) y yo en el año 1975-76, la llamamos vía Jiménez-Gutiérrez”.
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